Correspondencia anterior

Harto ya de estar harto de tanta vida, Don Efraín Candoroso, poco antes de su muerte natural por disparo de arma de fuego infligida por él mismo, legó a mi tío abuelo Don Juliano de Lapesa Dez, la correspondencia que durante años mantuviera con Doña XXX. En este Blog, tenemos la primicia de su publicación. El editor.

viernes, 8 de mayo de 2009

Cartas a Doña XXX: Doña Perfecta versus Doña Justa.

Mi amor del otro lado del papel, he recibido sus últimas misivas y me han enternecido, como siempre. Siento su lejanía a flor de piel como dolor que no cesa, y sus palabras es lo único que me hace sonreír en silencio. Bálsamo para un viejo amor que nunca muere. Me gusta también saber que se preocupa por mí y que mis cartas la solazan. La felicidad, Doña XXX, es una línea azul de tinta.

Por aquí, las cosas no mejoran. Cada día se siente más la presión de lo moralmente correcto sobre nuestras mentes y voluntades, y muchos de nosotros parecemos no encajar en este sistema medido por la mediocridad de espíritu, la soberbia y el adocenamiento.

Sí, me lo contaron las Hermanas Ganchillo cuchicheando en un rincón del salón de la tele, mientras esperábamos a que llamaran a cenar. Estábamos todos, como le narraba en una carta anterior, deambulando por el jardín, de uno en uno como fila de galeotes. Doña Justa había aprovechado un descuido de Casimiro y fue a esconderse tras los arbustos, para huir de la rutina circular del paseo en obligado silencio. La verdad es que el sol era muy especial, y el cielo, azul pálido de calima y nubes entretenidas en correr despacio tras la brisa. Las copas de los árboles que asomaban por encima del muro dibujaban sombras de claroscuros en manchas sobre la cal y la hierba. Y aún cuando nuestro caminar despacioso reflejaba la tristeza del castigo, ninguno de nosotros podía evitar buscar los rayos de luz que descendían generosos por entre las ramas. Doña Justa no pudo evitarlo tampoco. Se apoyó en el muro frente a un pedazo de luz fuerte y lleno de vida, y casi sin pensarlo se abrió el vestido de flores y dejó que sus pechos bautizaran al sol y sus razones. Reposó la cabeza, cerró los ojos y gozó del calor en su desnudez de hembra agasajada. También supimos luego los placeres del nudismo que Doña Justa había practicado hasta no hacía mucho tiempo. Supimos también de sus viajes por el mundo, de sus amantes jóvenes, de su pasión por el vino tras una buena conversación, un buen libro o tumbada en la cama después haber saciado su piel hasta el alba. Supimos que la encantaba caminar descalza y escuchar música de fados portugueses, mientras dejaba que sus pies los curaran unas manos viriles y tiernas como el fuego de una hoguera. Supimos que su amor se lo llevó un golpe de mar al otro lado del mundo y que, sin embargo, todas aquellas lágrimas habían servido, como ella misma decía, para regar la risa y sus recuerdos.

Suponemos que Doña Perfecta la había visto escabullirse. Esperó un tiempo prudencial y tres vueltas al jardín más tarde, se zambulló ella misma detrás de los arbustos para averiguar las tramas de Doña Justa. Y efectivamente, el que busca encuentra. Que Doña Perfecta no podía creer lo que sus ojos veían: "¡Furcia de puerto. Con los pechos al aire y delante de todos nosotros, desvergonzada! ¡¿Es que acaso no sabe que eso está prohibido?! ¡Tápese pedazo de guarra!". Doña Justa, como quien oye llover, abrió los ojos, volteó la cabeza y sonriendo a la histérica le dijo pausadamaente: "Tápese, pedazo de guarra... ¿o qué?" Como respuesta al desplante, Doña Perfecta, en voz muy baja, plena de odio y rencor, acercóse al oído de la soleada y demostró su capacidad verbal para la sinonimia, que fue a llamar a Doña Justa, como quien teje una tela de hilos y palabras: iza, meretriz, ramera, fulana, pelandusca, pingo, buscona, pupila, pelleja, horizontal, calientacamas, hurgamandera, barragana, bagasa, peliforra, suripanta, pendón, lumia, daifa, callonca, y no se sabe cuantos más improperios referidos a esa mesalina de asilo y desnudeces. Doña Justa, a cada vocablo, respondía con una sonrisa y, de vez en cuando, con algún gesto de asombro porque alguna de las acepciones no se encontraban en su diccionario. Cuando doña Perfecta hubo terminado, doña Justa, sin inmutarse le dijo: "¿Doña Perfecta, la he entendido mal o me está llamando puta?, porque si yo soy puta, yo a usted, por el contrario, la encuentro artificiosa, afectada, falsa, solapada, engañosa, embustera, simuladora, taimada, tramoyista, farsante, beatona, gazmoña, camandulera, insidiosa, marrullera, felona, jesuítica, desleal y, en resumen, hipócrita. Porque no sé muy bien si lo que le preocupan son mis pechos desnudos o que su amante Casimiro casi los vea. ¡¿O es que, de verdad, se creía que no lo sabe todo el asilo?! ¡Que sus gemidos nocturnos en el cuarto de escobas, llamándole mi tuertito, los hemos escuchado casi todos, doña Perfecta! ¡Y ya a nuestras edades sabemos perfectamente por dónde corre el río!" No hubo más. Doña Perfecta salió corriendo haciendo aspavientos y jurando en arameo en busca de su tuertito y nosotros, ante la escena, nos acercamos a mirar. Nos quedamos embobados los unos, avergonzadas o divertidas las otras, porque las Hermanas Ganchillo no paraban de reír la audacia. Doña Justa abrió los ojos, nos miró a los hombres y nos dijo seductora: "¿Os gusta?" y refiriéndose directamente a Don Hermenegildo, soltó, con una sonrisa que deshacía el hielo: "A ti ya veo que sí, mi General...." Y todos nos volvimos a mirar al anciano militar de Cuba que firme como un mástil sonreía, rejón en ristre, a la nudista. Todos supimos entonces cuánto de cierto y de grande había en los cuentos habaneros de la "lanza de Longinos". Las Gorgonas, al ver semejante monstruo del lago Ness, tras uns pijama de rayas, salieron corriendo aterradas, mientras las Hermanas Ganchillo se quedaron a disfrutar de la vista. Y nosotros, Doña XXX, nosotros recordábamos la vida.

Siempre suyo,
Efraín Candoroso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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Datos personales

Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid y MDC por el Instituto de Empresa de Madrid. Su trayectoria profesional le ha llevado a especializarse en temas referentes al mundo de la infancia y de la juventud en donde ha publicado, entre otros, Tiempo libre, educación y prevención en drogodependencias (1997) y Para una promoción integral de la infancia y de la juventud (1998). Como poeta ha publicado: Las horas Transitadas (Madrid, 1998), Manobra (Madrid, 2000), La ciudad doliente (Madrid, 2002) SHOA (México, 2004). Además, aparece recogido en las antologías 1 y 2, Hasta agotar la existencia (México 2001 y 2003). Además, en internet, ha publicado poemas en la revista Adamar de poesía. Ha dado recitales en España y América y su poema Teselas ha sido traducido al Rumano medieval en caracteres cirílicos para garantizar, así, su máxima difusión entre los lectores de habla hispana.

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